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Desde la Asociación Aragonesa para la Investigación Psíquica del Niño y el Adolescente (AAPIPNA) presentamos el pasado día 19 de febrero el primer encuentro de Creciendo Con Eco en el salón de actos del Centro de Historias de Zaragoza. Contamos con la presencia de la profesora Beatriz Janin que participó con la conferencia ‘Infancia hoy: patologización y medicalización’, aunque el evento se estructuró en dos partes: la presentación oficial al público de Creciendo con Eco y la conferencia de nuestra invitada.

Presentación de Creciendo Con Eco

La exposición corrió a cargo de Elisabeth Palacios (mentora del proyecto) Francisco López, (coordinador del mismo) Martín Pelayo e Inés Azagra (miembros del equipo psicológico).

Elisabeth Palacios dio conocer a los asistentes AAPIPNA, asociación que preside, explicando su razón de ser, programas, áreas de intervención y proyectos. Contextualizó también a Creciendo con Eco, ubicándolo como proyecto nacido desde el seno de AAPIPNA.  

beatriz janin y elisabeth palacios

A continuación, tomó el relevo Francisco López para iniciar la presentación del proyecto en sí, hablando de la ideología de Creciendo Con Eco, misión, objetivos, valores y compromiso con su causa, en una intervención muy emotiva que tomó como esquema principal las dos presentaciones recogidas en nuestro espacio web que podéis leer aquí.

Siguió con su intervención Martín Pelayo, que nos explicó con la frescura e inventiva que le caracteriza el proceso creativo de la concepción de nuestro lema: “Creciendo Con Eco: la escucha de los niños en Europa, ayer y hoy”y del logotipo que nos representa.

Fue el turno entonces para Inés Azagra, que asombró al público con su capacidad de análisis, ya que se encargó de exponer las principales conclusiones extraídas del trabajo de nuestro proyecto hasta la fecha, haciendo gala de una aptitud reflexiva y observadora exhaustiva y precisa. El material que planteó fue tan rico que vamos a dedicarle un artículo específico para que lo puedan leer aquellos que no pudieron asistir al evento.

Francisco López cerró la intervención dando algunas cifras sobre la repercusión del proyecto, que ha superado las 10.000 visitas procedentes no solo de España, sino de 39 países distintos, 16 de Europa, 18 de América, 3 de Oriente Próximo, 1 de África y 1 de Oceanía. Además, finalizó la presentación del proyecto dando a conocer todos los miembros que conforman el equipo que participa en él. Los podéis conocer en el apartado “sobre nosotros”.

Francisco López. Martín Pelayo e Inés Azagra

Conferencia ‘Infancia hoy: patologización y medicalización’

Ahora vamos a centrarnos en la interesante ponencia que realizó inmediatamente después Beatriz Janin,cuyo currículum pueden conocer en este enlace. Vamos a aportar las principales visiones de esta fantástica psicóloga a la que tuvimos el placer de escuchar y con la que pudimos enriquecenos tanto:

Janin afirmó que “diagnosticar es obturar las capacidades de transformación. Si nos remitimos a la definición de obturar, se refiere a tapar o cerrar una abertura o conducto introduciendo o aplicando un cuerpo. Referido al ámbito psicológico, concretamente desde el DSM, éste adquiere la función de cierre de la escucha emocional del niño sobre su malestar interno a través del diagnóstico, es decir, del cuerpo al que se refiere en la definición. Si le miras como un discapacitado, lo estás discapacitando, y descapacitas su futuro. Automáticamente esto me lleva a pensar sobre el fenómeno con efectos tan limitantes sobre el desarrollo personal del infante: la profecía autocumplida”.

Y continuaba “”Es muy malo y desobediente”, “no se entera de nada”, “es un vago”, “maleducado” o “pasota” que “reta” al adulto constantemente y que persiste en sus malas formas. Son muchas las etiquetas que rodean a quienes padecen el conocido Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), pero pocos los recursos con los que las familias cuentan para ayudar a los suyos“.

“Lo que pensamos, lo que decimos… A veces no somos plenamente conscientes pero juzgamos y etiquetamos a los niños prematuramente, condicionando su comportamiento y produciéndoles unas heridas que, metafóricamente, pueden llegar a estar sangrando durante muchos años si no se reconocen y cicatrizan correctamente. Es el llamado «efecto Pigmalión o profecía autocumplida» de los padres sobre los hijos, o de los profesores sobre los alumnos. Demasiadas veces se pronuncian expectativas o prejuicios durante el proceso comunicativo con los más pequeños sin tener en cuenta que en el futuro pueden originar sentimientos, comportamientos o rendimientos no esperados y/o deseados. En toda relación entablada con niños y adolescentes debe prestarse especial atención a la forma en que expresamos y transmitimos nuestras ideas, especialmente aquellas que afectan a su propia forma de ser, actuar o pensar sobre una determinada cuestión. En estas etapas los jóvenes se encuentran en pleno desarrollo físico, psicológico y afectivo, por lo que son altamente vulnerables a la influencia que puede llegar a ejercerse sobre ellos por medio de la comunicación. Es bastante fácil que, con nuestras palabras, afectemos al autoconcepto y la autoconfianza del niño. Es muy fácil afectar de forma inconsciente a los niños con nuestras palabras. Por lo tanto, las etiquetas que ponemos a los niños pueden provocar comportamientos no deseados en ellos…” Reflexionaba nuestra invitada.

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A esta altura de la conferencia, Janin hizo una interesante mención sobre la voz del estudio de un reconocido psiquiatra sobre la medicalización con metilfenidato (el famoso Ritalin) donde una de las consecuencias provocadas en los más pequeños, entre múltiples de ellas, es la tristeza: “se les acaba la chispa” – afirma. Peter R. Breggin, médico psiquiatra de Harvard y Director del Centro Internacional para el Estudio de Psiquiatría y Psicología (ICSPP)declaró en 2010 ante el Congreso de Estados Unidos sobre los efectos del Ritalin y apoyó con su testimonio científico algunas demandas de padres que consideran responsables de la muerte de sus hijos a estos medicamentos.

“La razón por la que estas drogas han encontrado resonancia entre los psicólogos y educadores del mundo es porque prometen resolver la falta de atención, rebelión, protesta e inquietud de esos jóvenes considerados como difíciles de controlar por los educadores o por los padres. ¿Qué cosa podría ser ‘mejor’ para un padre o educador desesperado e irresponsable que tener la licencia médica para ‘controlar’ a un niño que nadie sabe manejar con una pildorita mágica? ¿Qué cosa podría ‘superar’ a un somnífero hipnótico en un neonato que no ha permitido que sus padres cierren las pestañas en los últimos dos meses?” Apuntaba Janin.

La psicóloga continuó la conferencia hablándonos del estilo de crianza como variable crítica en el origen de los síntomas: “El estilo de crianza que impera en la actualidad se basa en una estimulación constante: si desde pequeño se los embuda con tecnologías (en vez de cuentos como predominancia en décadas anteriores), luego no esperemos que estén sentados. La maestra tiene en el aula, a lo sumo, una pizarra. Y estos cambios generan hiperactividad, desatención o atenciones múltiples debido a la desincronización entre el aumento estimular proyectado, por ejemplo, en la televisión, y la velocidad mantenida y no creciente de nuestro cerebro. Muchos chicos, además, se mueven porque el adulto no los escucha o está desconectado. Y si algo que los chicos no soportan es la desconexión de los adultos.”

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Siguió explicando las dificultades que tiene nuestro sistema social y educativo en relación al crecimiento de los niños de hoy: “en la sociedad actual no hay lugar para el malestar. Esto lleva a una idealización de la infancia, debido a que les reflejamos que tienen que basarse en un estilo de vida como engranajes de producción y consumo: no hay cabida para las emociones negativas (en el mundo laboral apenas hay tiempo de recuperación para las enfermedades o duelos, incluso se penaliza, y esto es transmitido a los más pequeños)”.

Janin nos alertó sobre los peligros de la sociedad de la inmediatez: “se han borrado los tiempos de espera: las expectativas están enfocadas a unos resultados rápidos y en constante actualización (resulta un paralelismo con la actualidad de las redes sociales)”. Janin cita un ejemplo de ello: “Si toma esta pastilla y cambia, la sociedad lo acepta. Esto resulta una robotización y homogenización conductual del infante. Pero… ¿y los efectos a largo plazo de la medicalización? Nos encontramos ante niños atrapados en la vida de consumo”.

Es entonces cuando Beatriz realizó una inquietante comparativa sobre cómo puede llegar a asociar un infante o un adolescente esta forma de vida, apresurada por agentes externos para el funcionamiento “óptimo”: “Si para aguantar ocho horas en clase necesito esta pastilla… entonces, para aguantar diez horas de fiesta, quizá necesite MDMA o éxtasis”.

Después señaló que: “nos encontramos con un movimiento físico sancionado. Los recreos son más cortos, las clases son más largas y las actividades son regladas. Esto conlleva a un cúmulo de energía física, donde, además, el juego libre no tiene lugar, lo que lleva a dos efectos:

  • Sobreestimulación, cosa que los adultos no toleran.
  • No tienen espacio para la creatividad. La falta de juego dificulta tremendamente las posibilidades creativas de un niño. El juego tiene una importancia esencial porque permite que el niño invente e imagine. El juego entramado es ideal para el proceso terapéutico de los traumas además de ser una vía privilegiada para el desarrollo de la creatividad”.

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Y continuó: “Cuando en épocas anteriores los niños no interrumpían ante los adultos, era debido a que el estilo educativo estaba marcado por la rigidez y el autoritarismo. Hace poco los padres (exclusividad del género masculino) eran los “dueños” de los hijos, y también de la familia al completo (aquí hace alusión a la película “Las Sufragistas”). La constitución narcisista en la niñez tiene relación al sentimiento de poder”. Por ejemplo, la típica pataleta del niño, cuyo fin es querer demostrar poder por su parte, realmente transmite, más allá de lo que conductualmente podamos observar, una muestra de impotencia comunicacional entre adulto y niño”.

Para finalizar, la psicoanalista nos mostró las siguientes conclusiones:

“Es posible que exista un excesivo retraso del lenguaje verbal por una masacre estimulación de pantallas.Las máquinas no dejan lugar al lenguaje y la sobreocupación no deja lugar al juego ni a la espera. Puede verse reflejado en las diferencias de crianza entre los que promulgan por poner a sus hijos a ver películas (es decir, frente a una pantalla, hipnotizados, adoptando la postura mecanicista de eficiencia) y los que promulgan la típica lectura en conjunto entre padres e hijos (creando un encuentro intersubjetivo, generador de creatividad)”.

“La sociedad actual hace que los niños tengan que sostener el narcisismo de los padres: esto hace que los vínculos se inviertan”: Se pasa del Yo Ideal (“lo que quiero que mi hijo haga”) al Ideal del Yo (“lo que tiene que ser ya mismo con 4 años”)”.

“En cuanto a la ética profesional, ¿Estamos para callar y normatizar? ¿O, más bien, para abrir nuevas vías de creatividad, para niños y padres?”

“Para finalizar, quiero afirmar que diagnosticar no es patologizar, es precisar que conflictivas existen y que están en juego; ver también qué lógica predomina en en niño, el lenguaje, las defensas, y sobre todo, devolverle a las conductas de los niños el carácter de incógnita, es decir, hacerles pensar, aflorar la reflexión, la duda, potenciar el desarrollo de las grandes teorizaciones”.